Buenos días de viernes! Ya sabéis lo que me encantan los viernes!! Tanto que están dentro de mi lista de La Felicidad.
Bueno hoy vengo con una noticia que leí ayer mismo: Kim Kardashian y Kaney West han elegido el sexo de su bebé. No es una noticia nueva pero yo no estaba al tanto (tampoco es que siga yo mucho al clan Kardashian) y llegué a ella a través de otra. Os la dejo aquí, por si os interesa.
Y como siempre que leo una noticia relacionada con la maternidad, que, de algún modo, me hace reflexionar sobre algo (al igual que en este y este post) os la cuento para conocer vuestras opiniones.
La revista Us Magazine decía que esta peculiar pareja fue sometida a un proceso de selección del sexo de su bebé, del que ella todavía está embarazada, a través de la fecundación in vitro.
La pareja tiene una niña ya, y claro, querían la parejita. Por lo visto, a ella sólo la implantaron embriones masculinos.
También he leído en otra publicación que el precio de este tratamiento, que imagino que lleva incluida la selección de embriones, les costó alrededor de 17 mil dólares.
Para mí una de los derechos más importante y más preciados de los que disfrutamos es la libertad, y no seré yo quien me meta en lo que cada uno quiere o no hacer con su vida.
Pero dejadme, por favor, apuntar algo. Me da miedo.
Me da miedo pensar hasta dónde podemos llegar. ¿Cuál es el tope de las ansias del ser humano por controlar todo en la vida? ¿Acaso no tiene tope? La selección embrionaria tiene un tinte moral y bioético, que tiene mucho que decir en esto. Se empieza por seleccionar el sexo de tu bebé y se acaban realizando controles de calidad genética de embriones. Miedo.
Yo siempre creo que hay algo que existe, llámalo X, llámalo casualidad, llámalo Dios, llámalo como quieras, (a mí me gusta llamarlo Madre Naturaleza), pero siempre he creído que las cosas pasan por algo, y más aún desde que he sido mamá. Sé que fue Pequeño G quien nos eligió, no nosotros a él. Nosotros quisimos tener un hijo, y de entre todos, el que estaba preparado para venir, el que quería estar con nosotros, el que quiso llegar a nuestras vidas para iluminarlas, fue Pequeño G. ¿Y por qué él y no otro embrión prosperó?
Hay quién puede responder que se trata de la rapidez del espermatozoide, ya está, el espermatozoide que traería a Pequeño G era el más rápido, y el óvulo que sólo puede ser fecundado una vez, en cuanto lo admitió, listo el bote, empezó a surgir el proceso.
Sin embargo, yo creo que si lo llaman milagro de la vida es por algo, y de verdad a mí me parece que la concepción de un bebé, el cómo el cuerpo de una mujer puede cambiar, cómo sus órganos vitales pueden moverse y seguir funcionando en otros sitios distintos para dejar hueco al bebé, cómo la mamá y el bebé pueden conectarse antes de conocerse, cómo una persona puede crearse dentro de otra, eso me parece un milagro, y me parece magia la mirada de un niño y su madre, y el amor tan grande que siente una madre hacia su hijo, que hasta darías tu vida si con ello consiguieras librarlo de problemas. Eso es algo que trasciende la física, la ciencia y la biología. Eso es algo mágico.
Y yo me pregunto, ¿por qué algo tan mágico, hay quién se empeña en alterarlo? ¿Por qué elegir el sexo del bebé?
Me preocupa el hecho de que esto se empiece a generalizar, que la gente se crea que puede manejar este tipo de cosas, no me gustaría que acabáramos eligiendo a nuestro bebés a la carta, ¿rubio o moreno? ¿más listo? ¿con menos disposición a padecer no sé qué enfermedad? No me gusta pensar que pueda llegar el día en que la selección genética de embriones esté a la mano de todos y la usemos porque constituya “lo normal” en nuestra sociedad. Creo que alterar genéticamente así a nuestros embriones se puede convertir en un arma de doble filo. Puede ser peligroso. Puede acabar en una selección perversa.
Indagando sobre el tema, leí un comentario del prestigioso genetista Jacques Testard, que venía a decir que este tipo de selección embrionaria conduce a la “exclusión indolora” de posibles niños gracias al examen de concebidos, y que al final, en cifras, es decenas de veces más numeroso que el de los fetos sometidos al diagnóstico prenatal. Por lo tanto, resumía diciendo que la selección embrionaria está evitando el nacimiento de niños con características genéticas que no justifican oficialmente el aborto (si es que un aborto se entiende justificado alguna vez).
Sobre los controles de calidad genética de embriones, Michael Kirby, miembro del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO parece que piensa igual que yo y lanza esta batería de preguntas: ¿Dónde comienza y dónde acaba este proceso de eliminación de la vida humana? ¿Puede admitirse este intento de erradicación de cualquier mínimo defecto genético eliminando al mismo ser humano? Me tranquiliza saber que no soy la única a la que le da miedo. Y es que es verdad, parémonos a pensar, un segundo, por favor, la ciencia lo conseguirá, llegará el momento en que tengamos nuestro ADN en una placa petri y que podamos seleccionar: no enfermedades de ningún tipo, no problemas de conducta, no alteraciones mentales, rubio, ojos azules, alto, guapo, chico. ¿Qué va a pasar entonces? Que la raza humana acabaría extinguiéndose, porque no somos más listos que la Madre Naturaleza. Porque hay que mantener un equilibrio, entre chicos y chicas, entre gente con unas enfermedades y gente sin ellas, porque así es la vida, porque así tiene que ser para poder preservar la raza, ¿qué pasa si todos queremos niños? Pues que no habría tantas niñas como para convertirse en madres y preservar la raza, porque habría una superpoblación de niños. Y así con todo. ¿Qué pasa si ya nadie muere? Pues que no podríamos tener cabida en nuestras ciudades, la raza humana no encontraría espacio en la Tierra como para seguir viviendo, que los mayores no tendrían dinero tras jubilarse, porque no habría jóvenes suficientes para pagar pensiones (ya casi no hay…), el sistema nunca funcionaría así.
Por eso decía lo de la selección perversa. La Madre Naturaleza hace su trabajo, y lo hace bien. Todo está relativamente equilibrado y pensado para que podamos seguir viviendo, para que podamos seguir reproduciéndonos, y para que podamos seguir criando a nuestros bebés para convertirlos en adultos con principios y moralmente responsables.
¿Qué pensáis? ¿Os parece, igual que a mí, un arma de doble filo? ¿Hay que tener cuidado con la selección genética de embriones?
Que paséis un finde estupendo!! El lunes os cuento nuestro taller de estimulación musical temprana de mañana!! Qué ganas!
Besos!
Mamá G.